Al Real Madrid no le hizo falta ni la remontada, ni la épica, ni el espíritu de Juanito. Los de Ancelotti pasaron sin sustos y derrotaron al Liverpool con un gol de Benzema en la segunda mitad. El equipo de Klopp, plagado de delanteros, no hizo ni cosquillas al catorce veces campeón de Europa, que se planta en los cuartos de la Champions puede que sin el cartel de favorito, pero es la bola que nadie quiere ni en pintura.
La Champions, deseada por todos y esquiva para muchos, volvía al Bernabéu con la sensación del Papa cuando regresa al Vaticano: por fin en casa. Ancelotti, sabedor de que el 0-3 de Anfield le daba o un billete a cuartos o un billete a Brasil, llamó a filas a su guardia pretoriana. El once del Real Madrid, que tenía pinta de ser más previsible que el CIS de Tezanos, no lo fue tanto. Carletto resolvió la duda del lateral izquierdo a favor de Nacho, un seguro de vida. También jugaba Camavinga, que en el costado está más fuera de sitio que Tamames en la moción de VOX, pero al puesto de mediocentro ya le va cogiendo el aire. Lo hacía en lugar de un Tchouaméni, que sigue en Qatar.
Sin novedad en el resto con Courtois bajo los palos; Carvajal, Rüdiger y Militao junto a Nacho en la defensa; Camavinga, Kroos y Modric en el medio; y Valverde, Vinicius y Benzema arriba. Vamos, casi el mismo once que derrotó precisamente al Liverpool en la final de París hace unos meses a excepción de los lesionados Alaba y Mendy y del exiliado Casemiro.
Enfrente Klopp se echaba al monte. No le quedaba otra. Cuatro delanteros en el once para intentar lo imposible. Cuatro delanteros, como si estuviéramos en los años cincuenta. Salah, Jota, Gapko y Darwin Núñez era el póker de puntas que sacaba el Liverpool en el Bernabéu. Y salió raudo a encerrar al Real Madrid en su área. Lo logró.
Los de Ancelotti, que se esperaban el arreón inicial visitante, no se arrugaron y se sujetaron sobre la pelota. Kroos la pidió para gobernar desde el medio y también se ofreció Benzema por si había que descargar. A los seis minutos a punto estuvo el Madrid de pegarse un tiro en el pie después de un mal balón de Carvajal a Rüdiger y un peor despeje del alemán ante Salah. La pelota acabó en los pies de Darwin Núñez, cuyo disparo raso y envenenado lo sacó con los pies Courtois.
Vértigo en el Bernabéu
Respondieron los blancos con una jugada medida que nació en una recuperación de Camavinga, una asistencia de Kroos y un remate picudo de Benzema. El Real Madrid tenía el partido bajo control a pesar del vértigo. El Liverpool sólo quería intercambio de golpes. Y ahí tenía las de perder en cuanto Karim dejara de hacer controles desorientados. En el 13 fue Alisson el que salvó al Liverpool con una mano imposible a un remate a bocajarro de Vinicius.
Disfrutaba el Bernabéu. Ancelotti pensaba, como Hannibal Smith en el Equipo A, aquello de «me encanta que los planes salgan bien». En el 18 Camavinga se sacó un disparo lejano que rozó con los dedos Alisson y se estrelló contra el larguero. El Bernabéu ahogó un uy. Igual que con un disparo de Modric que se fue arriba por poco.
El Real Madrid estaba cómodo y a ratos desatado. El Liverpool, roto sin centrocampistas, era una manta partida por la mitad que no tapaba ni pies ni cabeza. Kroos estaba jugando en babuchas como si estuviera en el salón de su casa. Nadie le defendía y el Madrid bailaba al son de Toni. Media horita de partido se nos fue como si tal cosa.
Courtois volvió a salir en la foto en el 32 con una espectacular mano a un tiro cruzado de Darwin Núñez. El Real Madrid, cómodo y seguro, levantó un poco el pie. El Liverpool lo intentaba sin juego. Consumiéronse los minutos sin sobresaltos, más allá de un despeje in extremis de Rüdiger, y llegamos a la orilla del descanso. Pues todo OK, José Luis.
El Madrid se siente cómodo
Se reanudó el partido y el Real Madrid no soltaba el mando a distancia del fútbol. Vinicius y Benzema intentaban conectar pero no les salía. Valverde dispuso de un mano a mano que el mismo se había cocinado pero Alisson la sacó con los pies. Klopp, desesperado, metió a Firmino y Elliot por Diogo Jota y Darwin Núñez. El Liverpool por fin tenía un esquema con cierto equilibrio.
Pero le quedaba apenas media hora para conseguir un imposible cada vez más imposible. El Real Madrid dominaba sin atosigar. El Liverpool deambulaba perdido. Otra vez Fede Valverde pudo abrir el marcador tras un centro medido de Modric pero el cabezazo del uruguayo en el 62 se marchó arriba por poco. El duelo había decaído como una rave sin camellos. Karim falló un gol cantado en el 64 al echar a las nubes un mano a mano ante Alisson.
Estábamos en el 71 y a Ancelotti aún no le había sonado la alarma del Nokia. Ni tener el Clásico a la vuelta de la esquina animaba al técnico del Real Madrid a hacer cambios. El Liverpool terminó de bajar los brazos en el 78 cuando Benzema aprovechó un desbarajuste tremendo de la zaga red para enviar a la ídem una asistencia desde el suelo de Vinicius. Pues 1-0 y eliminatoria zanjada.
En el 81, por fin, Ancelotti quitó a Benzema y Modric para meter a Rodrygo y Ceballos. Dos minutos después se fueron Kroos y Vinicius y entraron Asensio y Tchouaméni. Eran ya los minutos de la basura y el Real Madrid tenía atada y bien atada su clasificación para los cuartos de final de la Champions. Los blancos vuelven a su hábitat natural, estar entre los ocho mejores equipos de Europa, y se quedan, como si estuvieran en Pasapalabra, a cuatro de otra final de la Champions.